Evangelio Joven, Jóvenes SS.CC., PJV

Comentario al Evangelio Joven del 6 de abril de 2025, V Domingo de Cuaresma, ciclo C

Autor: Damiano Tonegutti ss.cc.

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
– «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
– «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
– «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
– «Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
– «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Lectura del santo evangelio según san Juan 8,1-11

Misericordia

Os comparto tres ideas sobre este relato:

Imaginarme a estos hombres con piedras en la mano me provoca una potente indignación. ¿Cómo puede un corazón endurecerse tanto hasta apedrear a una mujer? Y además, ser tan perverso para condenar solo a ella, cuando la Ley prevé que el hombre también venga lapidado (Lv 20,10). Pero, después del silencio y del leve sonido del dedo de Jesús que araña el polvo, después de su palabra y de un nuevo silencio, mi sentimiento hacia esos mismos hombres pasa a ser de admiración. ¡Qué pronto se han convertido! ¡Con qué rapidez han acogido la palabra del Señor! Me pregunto si el texto está hecho para que nos preguntemos: ¿Acogemos su Palabra con la misma docilidad de esos hombres violentos? Cuando el Señor nos dice “quién esté sin pecado que tire la primera piedra” ¿sueltan nuestras manos las piedras con la misma rapidez y caen los rencores de nuestros corazones?

Lo segundo es la pedagogía sabia de la palabra de Jesús. Para poder desactivar nuestros juicios y condenas el primer paso está en mirar nuestra vida. Cuando hacemos memoria de nuestra historia, con lucidez y sin intransigencia, queriéndonos y sin defendernos, reconocemos que no podemos ir por la vida de acusadores. Hay demasiadas cosas poco edificantes en nuestra historia, especialmente en los que somos más mayores. Cuando reconocemos que no somos mejores que «una adúltera, un drogata, un delincuente»… estamos saboreando la bondad de Dios y su forma de amar a los pecadores.

Tercero y último, cuando Jesús se queda a solas con la mujer, le dice: “Tampoco yo te condeno”.  No es el sonrojo que nace al mirar su vida que le lleva a no condenarla, sino la misericordia pura. Su misericordia es hacia la mujer y también hacia esos hombres injustos y violentos. Él no ha venido a condenar el mundo, sino a salvarlo por el amor.