El 22 de abril de 2023, en la Iglesia de san Sulpicio en París fueron beatificados 5 sacerdotes: 4 hermanos de nuestra Congregación: Ladislas Radigue, Polycarpe Tuffier, Marcellin Rouchouze y Frézal Tardieu y el P. Henri Planchat, de la congregación de los religiosos de san Vicente de Paúl. 

Son los Mártires de París. Fueron fusilados el 26 de mayo de 1871, durante los acontecimientos de la Comuna de París. Fue una guerra civil. Y como en toda guerra no hay vencidos ni vencedores. Deja como huella tan solo heridas en la memoria y muertos y deudos de todos los bandos. 

Eran tiempos difíciles. La ciudad de París había sido asediada por meses, por las tropas prusianas. El hambre arreciaba en la población, agudizado por un invierno especialmente crudo.  Las tropas que habían defendido la ciudad no recibieron otra paga que el olvido. Todo ello creó un hondo malestar social, que tuvo como uno de sus blancos, una vez más, a la Iglesia. La población más pobre la percibía distante y al servicio más bien de las clases acomodadas. 

Hay rumores crecientes que las casas de Picpus iban a ser ocupadas y saqueadas.  Y ello a pesar de ser comunidades desconocidas y que están en las afueras de la ciudad. Y hermanas y hermanos deciden quedarse.  “Prefiero que se nos acuse de imprudentes que de cobardía” escribía el P. Ladislas Radigue al Superior General, Marcellin Bousquet. Sentía que los pastores no podían abandonar ni a los hermanos y hermanas mayores y enfermos ni a las comunidades cristianas.

La víspera de su ejecución, los hermanos en la prisión hacen su última comunión.  Arriesgándose, una mujer ha hecho entrar un pequeño bote de mermelada en donde están escondidas hostias consagradas. Después de haberse confesado mutuamente y haber comulgado, el P. Planchat dice, “nuestro sacrificio ya está cumplido.”   Siete años antes de su fusilamiento, el P. Frézal Tardieu había escrito una oración en la que pedía a Dios de mantenerlo dispuesto a consumar su vida de entrega, por la gracia del martirio. El martirio es una gracia que no se improvisa.

Un año después, en la isla de Hawái, Damián terminaba de leer el impresionante relato del martirio de estos cuatro hermanos. Él los había conocido en Picpus y algunos habían sido sus formadores. Llegado el momento, Damián decide entregar su vida al servicio de los hermanos más abandonados, los leprosos de Molokai. Él se sabía miembro de una familia de mártires.