Recién aterrizado en Marera, Mozambique, el religioso Tomás Esquerdo comparte con nosotros qué está viviendo en estos primeros momentos de su experiencia internacional.
‘Estou a vir’
‘Estou a vir’ es una expresión muy utilizada en Mozambique, significa que la persona que la dice está de camino. Nuestro equivalente sería: “Estoy saliendo de casa”, “estoy ya en el ascensor”, en definitiva “estoy yendo” y otras mentiras similares.
Pero después de una semana por aquí os garantizo que su percepción de estar llegando es muy distinta de la nuestra. El tiempo y la distancia se miden en parámetros para nosotros extraños. Frente a los kilómetros y los minutos se cuentan personas, encuentros, charlas y saludos. Todo el tiempo que parece faltarnos a los europeos, ellos lo aprovechan para disfrutar a cada momento de quien tienen cerca. Muchas veces sin decir nada, otras retrasando el asunto que quieren tratar, como si quisieran cargarlo de contenido dramático.

Debo decir que sin darme cuenta yo mismo he participado de ese ‘estar a vir’. Tras ocho meses gestionando los documentos del visado, y teniendo prevista mi llegada a inicio de septiembre, los hermanos de la comunidad ya me esperaban. Seguramente esa expresión se haya repetido en varias ocasiones en sus conversaciones o en sus pensamientos.
Finalmente, la tinaja de aceite no se agotó, la paciencia y la esperanza se vieron recompensadas, así el pasado día 5 de marzo, Miércoles de Ceniza, llegué a Mozambique. Delante de mis ojos se abre un maravilloso desierto. Desierto de muchas tonterías que siempre he pensado necesitar, aunque también en la clave bíblica de encuentro con un mundo más salvaje, más puro, más cercano a la creación y por ende posiblemente más auténtico.
Este “estar al llegar”, que por momentos parece más propio del tiempo del Adviento que de la Cuaresma, cobra un significado nuevo cuando coincide el tiempo litúrgico con el aterrizaje en un lugar desconocido. Percibo que aún están por llegar a Mozambique muchas partes de mí. Algunas que se perdieron por el camino no llegaran, esas no son importantes, otras que por el peso que arrastran caminan más despacio, pero llegaran y con ellas también yo. Puede que el hacer camino con Jesús, hacia Jerusalén, me ayude a entrar en la dinámica de llegar. Alcanzar la meta con la cruz y con la Pascua.
Por ahora voy simplemente aprendiendo que allí donde los caminos son de tierra y las distancias largas, “estar al llegar” es un continuo muy estable. Uno no puede esperar a llegar para estar completo, se tiene que ir haciendo por el camino, porque todo el tiempo está llegando sin llegar del todo. Llegando a algún encuentro, atendiendo a alguna persona por el camino, siendo sorprendido por alguna oportunidad para ayudar. Por eso los tiempos se terminan midiendo con varas diferentes. Tal vez la relatividad de Einstein pueda encontrar otros vértices en esta tierra a la que estoy llegando. Señor en este tiempo cuaresmal enséñame a caminar Contigo.
