Me han pedido que os hable de la vivencia de la Adoración, de algo que toca profundamente mi vida de fe y mi vivencia del Evangelio.
No se si acertaré con las palabras para transmitiros mi experiencia y sobre todo no se si acertaré a expresar la vivencia de la Adoración en la Congregación ya que es muy rica, muy grande y me sobrepasa.
Pero de entrada os digo que lo hago con la intención de compartir algo que considero muy importante y que no me pertenece, ni nos pertenece a unos pocos, sino que es patrimonio de la Iglesia y por tanto es menester que participéis de ello.
De la misma manera que compartís nuestra misma misión en la difícil y hermosa tarea de la pastoral tenéis todo el derecho del mundo a participar del don carismático de la cercanía de Dios manifestada en la vivencia de adoración.
Creo que lo entenderemos rápidamente si lo enmarcamos en los dos aspectos siguientes:
El 7 de enero de 1803 Enriqueta escribe a Pedro Coudrin expresando cómo el Señor la inspira que debe ser la Congregación: «El Señor a lo ha escogido de nuevo para fundar una nueva orden que se consagre: una parte a enseñar, extender y establecer el reino de Dios en los corazones mediante la devoción a los sufrimientos del Suyo; la otra parte está destinada a adorar, a reparar, lo más posible los ultrajes que Él ha recibido, por una vida de inmolación y sacrificio».
Nuestros Fundadores recibieron el don del Espíritu Santo con dos encargos con una formulación muy concreta: enseñar para que el Reino se establezca y adorar el corazón traspasado del Señor.
En las primeras Constituciones de la Congregación en el Artículo primero se dice: «El fin de nuestro instituto es Imitar las cuatro edades de Nuestro Señor Jesucristo, a saber, su infancia, su vida oculta, su vida evangélica y su vida crucificada…»
Y a continuación en los artículos siguientes dice «A fin de imitar la infancia de Nuestro Señor Jesucristo, abrimos escuelas gratuitas …» , «…la vida oculta de Jesucristo la imitamos con la Adoración perpetua …»
En las Constituciones actuales seguimos diciendo que «La Adoración contemplativa nos hace participar de las actitudes y sentimientos de Cristo por su Padre y por el Mundo. Nos impulsan a asumir un ministerio de intercesión y nos recuerdan la urgencia de trabajar en la transformación del mundo según los criterios evangélicos» Const. Nº 5.
Gracias a que la primera comunidad entendió y vivió en Adoración la fundación de la Congregación fue adelante.
Hoy esto en nosotros tiene actualidad renovándolo permanentemente.
Estamos en la celebración del Tiempo Pascual y tenemos fresca la escena del Corazón traspasado de Jesús en el Calvario.
Contemplamos en la resurrección las señales de las heridas marcadas en su cuerpo, los cristianos comprendemos el mundo como profundamente enfermo y herido.
La espiritualidad del Corazón de Jesús que se nos presenta en nuestros documentos nos lleva a tener en cuenta la vulnerabilidad de la humanidad, la herida del Corazón de Cristo y la herida de nuestro mundo.
Nuestros Fundadores supieron percibir que Dios nos percibe como humanidad dañada y desde esta condición nos ama y salva proponiéndonos un plan salvífico.
Todo lo que brota como respuesta a esta propuesta entra en el Corazón de Dios y lo incluye en su plan salvífico. Enriqueta y Pedro lo entendieron y se ponen manos a la obra.
Nuestras Constituciones, nuestra «carta magna», dicen que «nuestra misión nos urge a una actividad evangelizadora. Esta nos hace entrar en el dinamismo interior del Amor de Cristo por su Padre y por el mundo, especialmente por los pobres, los afligidos, los marginados y los que no conocen la Buena Noticia».
También en las Constituciones se nos dice: «Para que el Reinado de Dios se haga presente, buscamos la transformación del corazón humano y procuramos ser agentes de comunión en el mundo. En solidaridad con los pobres trabajamos por una sociedad justa y reconciliada».
«Contemplar, vivir y anunciar el Amor de Dios manifestado en el Corazón de Cristo». Esto es lo que queremos hacer en nuestra parroquia con los niños y jóvenes.
Tarea apasionante y que desborda nuestras capacidades y fuerzas. Vosotros sois animadores, o evangelizadores puesto que vuestro principal objetivo es hacer posible que a los niños y a los jóvenes se les anuncie, perciban, respiren el Amor contemplado en el Corazón de Cristo.
Esto es lo fundamental de la espiritualidad y carisma SS.CC. Comprender el cristianismo, el evangelio en clave de Amor y a continuación hacer el anuncio. Pero nadie da lo que no tiene.
Cada uno de nosotros nos tenemos que preguntar ¿Puedo hablar con convencimiento de Dios porque realmente lo he experimentado?.
¿Qué imagen de Dios transmito en las catequesis, en las celebraciones, en las conversaciones con los jóvenes, en mis relaciones personales en los ambientes en los que me muevo?.
Los SS.CC hemos recibido un regalo, un don del Espíritu Santo y lo tenemos que contagiar en nuestro entorno.
Un test de haber sido contagiado de identidad adoradora SS.CC es si mi tarea de animador y como parte de la comunidad a la que pertenezco tiene su fuente y por tanto tiene algo que ver con:
Si en nosotros hay un poco de todo esto es que ha calado el carisma SS.CC.
«Todos los miembros de la Congregación(consideramos que vosotros sois miembros de esta familia) se esfuerzan por imitar la vida oculta de Jesucristo reparando con la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento los agravios hechos a los Sagrados Corazones de Jesús y de María por los enormes crímenes de los pecadores». Const, Cap. Preliminar nº 3.
Nuestros Fundadores al poner este texto en las Constituciones nos piden que nos centremos en Cristo y descubramos que en Él se condensa el misterio de todo posible abandono, soledad y sufrimiento; por eso le ofrecemos lo mejor de nosotras en oración, vida entregada y compañía.
Hace 50 años cualquier persona en contacto con la Congregación sabía qué era la Adoración de los religiosos y religiosas de los SS.CC y la describían como la presencia siempre de un hermano o hermana en la capilla del colegio o de la parroquia en oración y vestido con un manto rojo.
Hacían una descripción de signos externos fundamentalmente.
Hoy día no tenemos tantos signos externos pero queremos transmitir una manera de orar, de mirar a Dios y al prójimo que parta de cómo entendía Jesús la Adoración: A la Samaritana la dijo: «los verdaderos adoradores adoraran en espíritu y en verdad».
No podemos olvidar en nuestra concreción de la Adoración esta recomendación…
Desde su origen la congregación compaginó otras tareas como la educativa, misiones populares, la formación de sacerdotes, etc con la Adoración perpetua. La Congregación mantuvo la Adoración continua en las comunidades numerosas las 24 h. del día.
Después del Vaticano II se revisaron las Constituciones y se optó por tener comunidades menos numerosas, pequeñas que por número y tareas apostólicas no permitían mantener la adoración perpetua pero se buscaba potenciar las otras dimensiones de la adoración como es el compromiso con los marginados de la sociedad a los que fundamentalmente sirven las comunidades más pequeñas
La adoración es un tipo de oración que existía en la Iglesia antes de la fundación de la Congregación, estrechamente vinculada a la eucaristía y a la devoción al Corazón de Jesús.
Nuestros fundadores se conocieron gracias a un grupo de seglares, «la Asociación del Sagrado Corazón» que en medio de la persecución de la Revolución Francesa se reunían clandestinamente para mantener turnos de adoración eucarística y pedir en medio de los terrores que estaban viviendo por la conversión y el cambio de la situación que estaban sufriendo.
La Historia de los orígenes de la Congregación nos narra que llegó el 4 de septiembre de 1797 y reanudaron la persecución. Se temía un nuevo terror. «Prevenida sobrenaturalmente del peligro que amenazaba a su obra, Enriqueta se lo comunicó al P. Coudrin y él animó a trasladarse con urgencia a la Grand’Maison que acababan de comprar.
Ella propuso llevar el Santísimo Sacramento y se ofreció para acompañarlo con las «Solitarias», y así sostendrían la adoración perpetua hasta nueva orden. La oferta fue aceptada. «Particular y conmovedor fue el traslado. No había muebles, sólo algunas sillas, una mesa y algunos sacos de paja con los cuales hacer las camas y eso era suficiente para empezar; para recibir en la Grand’Maison lo «único precioso».
Con gran secreto se hizo un escondite para ocultar el Santísimo en una habitación del 1º piso que serviría de Capilla y las ostias consagradas se disimularían entre el zócalo y la chimenea. En la tarde, a una hora determinada, el P. Coudrin guardó el copón bajo su chaqueta y acompañado a distancia por el grupo de «Solitarias», entró en la Grand’Maison.
Hizo colocar el copón en el escondite y escondió una lámpara ya preparada. Las Solitarias hicieron una adoración; después, una de ellas tomó la primera hora de guardia».
Las primeras experiencias configuran, marcan y dan identidad.
Nuestros Fundadores sintieron que Dios les pedía fundar la Congregación y adoptaron la adoración perpetua como eje transversal de lo que entendían que tenían que ser como religiosos y religiosas: Adorar es para ellos orar en continuidad, en presencia de la eucaristía y penetrando en el misterio pascual de Jesucristo muerto y resucitado y por tanto presente en el mundo.
Los Fundadores tuvieron la mala costumbre de escribir muy poco. Por tanto tampoco escribieron de la Adoración. Lo que sabemos nos ha llegado por los hermanos y hermanas de la primera hora que escribieron su biografía y la vida que hacía la primera comunidad.
Así de Enriqueta nos han contado algunas cosas que expresaba espontáneamente o podemos leer los «Consejos» que daba Enriqueta sobre la Adoración recogidos por Sor Justina:
«La adoratriz es diputada, delegada por la Iglesia para adorar, alabar, dar gracias, reparar».
«Al vestirse con el manto, piense que es un símbolo del ardor con que debe presentarse ante Dios, como Jesucristo ante su Padre, cubierto con un manto de burla y de todos los crímenes del mundo de que estaba cargado».
«La adoratriz debe adorar con Jesucristo y por Jesucristo, reparar en primer lugar por sí misma y por todos los pecados que se comenten en todo el universo, pedir la conversión de los pecadores, la propagación de la fe, rogar por la Iglesia militante y por la Iglesia paciente, pero sobre todo, donación total de sí misma al Corazón de Jesús…»
También podemos leer en las cartas de Enriqueta al Buen Padre al comunicarle la llegada a una nueva ciudad empezaba diciendo «ya tenemos otra casa de adoración». Así nombraba a la nueva comunidad.
En primer lugar ponía la adoración y a continuación nombraba las otras tareas que iban a realizar(catequesis, escuela, atención a ancianas, etc). Podríamos poner más citas, es suficiente para ilustrar el espíritu con el que se empezó la Congregación.
La primera experiencia de ser Congregación se tiene cuando en medio de la noche(para evitar ser descubiertos) se trasladan con el Santísimo, Pedro y Enriqueta con los primeros compañeros a la que sería su primera casa y hacen la primera adoración.
Tienen que diseñar sagrarios(imitan a Lámparas, maceteros, etc) camuflados para que si les registran la casa no sospechen que son religiosos.
Las religiosas están ante el santísimo haciendo punto… Es la primera vivencia de la adoración y en medio de esto experimentan la llamada a la consagración total a Dios.
Podemos decir que la Congregación no la concebimos sin la Adoración. La adoración es oración pero no una oración cualquiera sino una oración que configura nuestra identidad.
Esto quiere decir que nos da un sello, unas características, un estilo de vida y si esto es así también nos tiene que dar un estilo de evangelizar.
Veamos algunos rasgos de esta identidad:
La vocación SS.CC, religiosos, religiosas o laicos, incluye la adoración como ministerio es decir como servicio a la Iglesia y al mundo.
Este Ministerio lo concretamos en la practica oracional de la adoración contemplativa en sus tres momentos:
La contemplación, parte esencial de la Adoración
Estamos llamados, convocados para contemplar. ¿Qué es contemplar?
Contemplar es mirar, nada más y nada menos.
Darnos tiempo para ver y admirar, tiempo que no necesita de preguntas ni exige respuestas.
No es tiempo de hablar con Dios sino de estar con Dios.
Recordemos que Jesús llamó a sus discípulos para que estuvieran con Él. Es tiempo de reconocer(Mirar), sentir, saborear la presencia de Dios que actúa. Un Dios que si no me paro a conocerle y reconocerle me puede pasar inadvertido y por tanto dejo pasar la oportunidad de conectar, si le dejo pasar no puedo acudir a El, con el que tampoco me puedo comprometer.
Pero ante esto nos surgen preguntas una y otra vez: ¿Cómo se me manifiesta Dios?. ¿es un Dios que se me manifiesta sólo intelectualmente?, ¿sólo en el dolor o sufrimiento?, ¿o sólo a través de los sentidos captando la belleza de sus manifestaciones?.
Dios se nos manifiesta en la totalidad de nuestra realidad porque nos da una manera de situarnos en el mundo, de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, nuestros hermanos.
Para contemplar a Dios miremos y aprendamos de Jesús y de María.
De Jesús aprender a penetrar en los deseos del Padre, aprendamos a sintonizar con sus sentimientos y sobre todo aprendamos de su capacidad de poner en manos de Dios todo lo que vivía o le acontecía.
De María su humildad si creemos que lo sabemos todo, que tenemos la solución de todo, no necesitamos de Dios.
Aprendamos de María la confianza en Dios.
Descubrir las actitudes y sentimientos de Cristo supone sentir lo que siente Cristo ante el sufrimiento del ser humano.
El dolor de la humanidad desde la contemplación se interpreta como ampliación del sufrimiento redentor de Cristo.
Los SS.CC experimentamos que es verdad que el sufrimiento sólo tiene sentido si va encaminado a la acción transformadora de nuestro mundo que es capaz de transformarse para vivir la fraternidad evangélica por eso vivimos la dimensión reparadora de la Adoración en un tercer momento.
La Adoración es el gesto misterioso que acoge a Jesús en el nivel del encuentro interior, en el sagrario de la propia vida porque somos templos, sagrarios; nuestra vocación de adoración contemplativa reparadora no puede terminar mientras la historia de la humanidad es historia que se escribe con los trazos de la Cruz,(pensemos en las historias de tantos jóvenes que van cargadas de Cruz porque hay abandono, desamor, sufrimiento, desesperanza,…) donde Jesús ha entregado la vida por los hombres.
La Adoración nos saca del intimismo espiritualista infecundo para salir hacia el hermano necesitado y buscar gestos transformadores.
El Fundador nos advirtió del peligro de caer en el espiritualismo.
Nos dijo que el mejor indicador o el medio que nos impide caer es el compromiso apostólico.
Santa Teresa decía que la oración se verifica comprobando si nuestras virtudes o valores cristianos van en aumento o disminuyen.
La Intercesión en la Adoración: Estamos llamados a interceder
Actitudes para la intercesión: Ya sabemos lo que enseña Jesús sobre la oración: pedir con Fe, humildad, constancia, insistencia, confianza, con sentido universal,…
El compromiso como consecuencia de la Adoración
Habríamos podido consagrarnos únicamente a la meditación y a la oración en el silencio del claustro, a ejemplo de las antiguas órdenes, limitarnos a la adoración del Santísimo Sacramento pero en las circunstancias actuales importa sobre todo contribuir a la salvación de los hombres. B.P.
Los faltos de compañía(ancianos, enfermos, presos)
Para la Congregación sigue siendo vital vivir desde la adoración contemplativa. Mi experiencia en la pastoral de jóvenes es que nos reclaman que les enseñemos a adorar e incluso yo me he visto sorprendida ante la riña de personas que han tomado conciencia de descubrir algo muy grande y que yo no se lo había transmitido: una forma de orar y de relacionarnos con Dios y con las creaturas especial y muy grande y que muchas veces por dejadez o negligencia no compartimos.
Las últimas fundaciones que hemos hecho nos reflejan y avala que la contemplación es significativa y necesaria para el hombre de hoy en cualquier parte del mundo.
El rostro de la Congregación en otras culturas (El continente asiático recientemente) se dibuja principalmente desde la Adoración contemplativa a pesar de que en otras dimensiones seamos tan diferentes.
Nos enriquecen con su experiencia contemplativa.
La Adoración contemplativa nos hace entrar en unidad y comunión.
Por eso podemos estar seguros que es fruto del Espíritu Santo.