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El colegio Padre Damián (Barcelona) celebra su semana grande coincidiendo con la fiesta del Santo de los leprosos

Eucaristía en el día de San Damián de Molokai en el colegio Padre Damián de Barcelona

Durante esta semana, el colegio Padre Damián de Barcelona se viste de gala para celebrar las fiestas de San Damián.

A lo largo de estos días han pasado por allí varios religiosos de la Congregación: Alberto Gaitán, José Luis Pérez, Aurelio Cayón y Joaquín Garre.

La semana comenzó con un pregón que llevan a cabo los profesores disfrazados del Buen Padre y de la Buena Madre, fundadores de los Sagrados Corazones y también de Padre Damián. Durante todos los días se realizan diferentes actividades con todos los niveles de alumnado, en torno a la figura del misionero y la Congregación.

El día de su fiesta, el miércoles 10 de mayo, se celebró una eucaristía con todos los alumnos sentados en el suelo del patio acompañada por el coro. El Padre Damián está presente en todo el colegio, tanto en la iconografía como en el espíritu.  

“San Damián de Molokai sigue trayendo novedad y frescura para todo aquel que quiera conocerlo”, dice Joaquín Garre ss.cc., durante estos días de fiestas en el colegio.

Sobre el Padre Damián nos cuenta que han trabajado en torno a estas ideas:

  • Damián se ofreció a una misión en la que él se sentía llamado por Dios y lo hizo con generosidad, sin pensárselo dos veces, sabiendo que arriesgaba todo.
  • En la isla de Molokai, que llamaban maldita, plantó su tienda en medio de su pueblo hasta que aprendió a amarlo con un cariño propio de la mejor de las madres.
  • El Padre Damián no se limitó a estar y a animar, sino que se dedicó a construir; a construir un verdadero pueblo, pero no sólo porque construyó la Iglesia, el hospital y el orfanato y las casas de la gente y hasta los ataúdes con sus manos, sino porque reconstruía a las personas sin esperanza, reconstruía, en cada corazón, la dignidad de Hijos de Dios.
  • No huyó de la enfermedad, le plantó cara e implicó a todos los médicos y expertos conocidos a dar una solución a la enfermedad, para él y para todo el mundo, por medio de la correspondencia implicó a toda la sociedad de su época en la búsqueda de soluciones.
  • Se enfrentó a su contagio con la misma fe con que había vivido. Con un amor inquebrantable a Cristo, con una generosidad sin medida. Su propia muerte se convirtió en testimonio de fe, de confianza en Dios y de amor por sus hermanos.
  • El Padre Damián ha seguido empujándonos a muchos a acercarnos a los que más sufren. Como antiguo alumno, no puedo menos que animaros a seguir sus pasos, a dejarlo todo, a buscar “esa extraña felicidad” que le movió a encarnar al Dios de la Vida.