Evangelio Joven, Jóvenes SS.CC., PJV

Comentario al Evangelio Joven del 9 de junio de 2024, X Domingo del Tiempo Ordinario ciclo b

Autor: Fernando Cordero ss.cc.

EN aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
El los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Marcos 3, 20-35

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Después de celebrar la fiesta de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, parece como si entrar en el Corazón de Dios nos activara la valentía que, a veces, queda camuflada en el exceso de contemplaciones adquiridas con nuestro entorno. La Palabra nos lanza a entrar en el sueño del Maestro por vivir desde la autenticidad, porque Él dice al pan, pan y al vino, vino, alejado de ambigüedades y expectativas ajenas. Probablemente ser personas espirituales, movidas por el Espíritu, sea esta capacidad de ser libres para estar profundamente conectados con nuestra vocación única, como hijos y como hermanos.

La Palabra crea fraternidad y vence al mal. Pero a veces expresar la verdad, buscar la justicia nos puede complicar la existencia, incluso confundirnos con Satanás. ¡Qué va! Los que se dejan guiar por el Espíritu adquieren una fuerza que nadie te puede arrebatar y que se siente en lo hondo del ser.

La Palabra es danza frente a la soledad, sentido en la desesperanza y aliento en las caídas. Nos hace discípulos y familia. Su poder traspasa fronteras. Jesús nos la muestra con la esperanza de quien sabe que todo es para el bien de los otros.

La Palabra nos llama a la locura del seguimiento, a lanzarnos ante lo impredecible, a descubrir que los sueños, como los del Reino, son imparables. Por más impedimentos que se pongan por delante, al final, el Amor desbordará la cotidianeidad, porque estamos llamados, más tarde o temprano, a enriquecernos de este genuino don.

Recordemos que a los santos los llamaron locos u originales. Mira que el padre Damián encerrarse en una isla de enfermos de lepra. Mira que Francisco de Asís se desnudara delante de su pueblo para vivir el desprendimiento evangélico. Mira que a Catalina de Siena se le ocurrió intervenir entre los opuestos para lograr la paz. La fe no nos deja inquietos, aunque nos etiqueten.