Evangelio Joven, Jóvenes SS.CC., PJV

Comentario al Evangelio Joven del 14 de abril de 2024, III Domingo de Pascua, ciclo B

Autor: Francisco de Paula Piñero y Piñero ss.cc.

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Lucas 24, 35-48

Constructores de paz

En el Evangelio de este domingo tercero de Pascua correspondiente al ciclo “B”, Jesús se presenta a los Once Apóstoles para que tomen conciencia de que el Crucificado está vivo, como les había anunciado.

El Evangelio sitúa a los apóstoles después de la aparición del Resucitado a los de Emaús, comentando que estos lo habían reconocido  al  partir el pan y, cuando se presenta Jesús en medio de ellos, creen ver un fantasma, no creen que sea el Señor. Ellos no acaban de creer, de “pura alegría”. Entonces Jesús les abre el entendimiento para comprender las Sagradas Escrituras y se les impone la evidencia, sin que desaparezca el claroscuro que impone la nueva vida del Resucitado Entonces Jesús les muestra las señales de la pasión y come con ellos, les muestra que es el mismo que caminaba con ellos aunque, indudablemente no es lo mismo. El Resucitado es la misma persona, pero no tiene la misma “corporeidad”. La resurrección es la presencia del Resucitado en medio de su pueblo, en medio de la Iglesia. Ahora los Apóstoles ya pueden ser sus testigos.

Y este Cristo resucitado se presenta en medio de sus apóstoles y les dijo: “Paz a vosotros”. Este es el primer mensaje de la Resurrección: la paz. El tema de la paz está presente siempre  en la vida humana de Jesús. Por eso, los testigos del Resucitado tienen que ser testigos de la paz, constructores de la paz.

En estos tiempos, cuando la violencia se está apoderando de nuestra sociedad, cuando vivimos una terrible guerra en Ucrania y en otros países; cuando la tierra de Jesús está sangrando por el zarpazo irracional del terrorismo, los discípulos de Jesucristo Resucitado tenemos que ser testigos y constructores de paz.

Trabajar por la paz es trabajar por respetar siempre el orden querido por el creador, porque la paz no será posible si no está basada en la justicia. La paz se establecerá, como nos decía el Papa San Juan XXIII, respetando a la persona humana, hombre y mujer, como sujeto de derechos y deberes.

Acojamos el don de la paz que nos ofrece Jesús resucitado; dejémonos llenar el corazón de su misericordia. De esta manera, con la fuerza del Espíritu Santo, el Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos, también nosotros podemos llevar a los demás estos dones pascuales. ¡Que nos lo obtenga María Santísima, Madre de Misericordia!