Dar
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
Juan 6, 51-58
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Hay una película de culto del 1989 que se llama “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante”. En ella, el personaje del cocinero tiene la extraña afición de cocinar alimentos de color negro, como el caviar, la aceituna, la pimienta y el café. Le gustan porque son caros, pero, además, porque cuando los come tiene la sensación de que se está tragando a la mismísima muerte. Así, de alguna manera, cree que la elimina y ya no le tiene miedo.
También los cristianos tenemos un alimento que elimina la muerte y nos libera de su miedo. Pero es mucho más eficaz. Nosotros nos comemos la Vida. Cuando vamos a misa y comulgamos, nos alimentamos de Jesús. En el evangelio de Juan de este domingo, Jesús afirma con palabras rotundas: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”. Cuando tomamos el cuerpo de Cristo significa que queremos vivir como vivió él.
¿Y cómo vivió él? Dando y dándose a los demás. Jesús entregaba su vida para que los demás pudieran vivir. ¿Queremos también nosotros vivir así, renunciando a ser el centro y vivir para los demás? La Biblia dice que “hay más alegría en dar que recibir” y el jesuita Adolfo Chércoles comenta que “el único verbo que da sentido a la vida es el verbo dar”.
En esta semana, busquemos ir a misa en uno o más días que no sean domingo. Cuando comulguemos, gustemos el sabor a entrega del pan y sintamos el impulso de darnos a los demás.