Un encuentro y un amor real
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Mateo 11, 25-30
Fra Arun de Madurai es un capuchino de Tamil Nadu (India) que vive en Arenys de Mar (Barcelona). Ha escrito unos libros bien bonitos sobre los evangelios. En “De viaje con Jesús-2”, dedicado al Evangelio de Mateo, nos cuenta por ejemplo la vida de Mike. Con solo veintinueve años, su vida quedó desquiciada. Después de pasar el fin de semana bebiendo alcohol, condujo a 140 kilómetros por hora en una zona de 70. La policía le detuvo. Volvió a casa bajo fianza y se negó a ver a nadie. Finalmente, dijo: “No quiero vivir más”.
Este Mike es el reconocido atleta Michael Phelps. Cuando llegó a lo más oscuro de su existencia, decidió pedir ayuda y fue a una clínica de desintoxicación. Tras haber ganado varias medallas olímpicas, se dio cuenta de que su vida tenía un propósito y un sentido más grande. Y descubrió a Dios. Regresó a su quinta olimpiada (en Río de Janeiro) y volvió a ganar, pero con la alegría de un niño pequeño. Todo cambió.
Podemos ser víctimas de nuestras expectativas, de nuestros miedos, de nuestra inseguridad, de lo que esperan de nosotros. Hay una relación que lo cambia todo. Una relación que no es de ideas o de sentimientos. Una relación que es encuentro real con Jesús, que nos dice: “Venid a mí… cansados… agobiados… que yo os aliviaré”. Solo en Él encontraremos el verdadero descanso frente a cualquier tipo de sobrecarga. Vivir será diferente, porque será más real.
Que el Corazón de Jesús sea nuestro descanso y que la Virgen de la Paz, cuya fiesta celebramos este domingo, nos conduzca a Aquel que realmente puede pacificar y ensanchar nuestros corazones.