En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Marcos 1, 7-11
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»
Detrás de mí… después de mí
Primera invitación sugerente, puesta en palabras de Juan el Bautista: pensar en lo que viene detrás, después… y no quedarnos en nosotros mismos como la referencia a tener en cuenta.
¿Quiénes están después de mí, de lo mío…? Juan Bautista reconoce que aquél que viene detrás suya (Jesús), es más fuerte y más grande que él. Es más importante. Con sus palabras nos invita a pararnos y considerar nuestra escala de valores, prioridades… desde las que tomamos nuestras decisiones.
Solo quien se sabe de paso, puede dejar pasar al que viene, reconociendo su momento, su espacio, y facilitando y promoviendo que cada cual sea lo que está llamado a ser.
Solo quien sabe bien quién es y cuál es su misión, puede ser capaz de reconocer quien es el otro, el que viene, y la grandeza de su misión.
Desde ahí, recojo algunas preguntas por si nos ayudan hoy:
¿Quién soy yo para Dios? ¿Cómo me nombra?
¿Qué espera de mí? ¿A qué me siento enviado/a, llamado/a? ¿Cuál es mi misión hoy?
¿Mi misión reconoce y posibilita la de los otros? ¿Me vivo en misión compartida?
Ojalá en este año que hemos comenzado nos tengamos presentes unos a otros, sabiéndonos cada cual, en nuestro lugar, con una misión encomendada, un momento oportuno dentro de la Historia… siempre a favor de ese Reino que es de todos y para todos.