Evangelio Joven, Jóvenes SS.CC., PJV

Comentario al Evangelio del 4 de febrero de 2024, V Domingo del Tiempo Ordinario ciclo B

Autor: Nacho Moreno ss.cc.

Jesús nos invita hoy a anunciar el Evangelio, a rezar y hacer el bien. Para eso nos ha llamado.

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Marcos 1, 29-39

Anuncia el Evangelio

En el Evangelio de hoy, Marcos nos cuenta lo que puede ser un día cualquiera en la vida pública de Jesús. Sale de casa a anunciar el Reino por los pueblos y aldeas de Galilea, explica a los que le escuchan quién y cómo es Dios, cura a enfermos y expulsa demonios, y se va a algún lugar apartado a orar. Parece que Jesús cuida mucho de no ser aclamado, de no salir a hombros adulado por la gente que recibe de él algún bien o que queda fascinado al escucharle. No olvidemos que quizá buena parte de los que le quieren aclamar son los que luego gritarán “crucifícalo”.

Jesús nos invita hoy a anunciar el Evangelio, a rezar y hacer el bien. Para eso nos ha llamado.

Jesús cura primero a la suegra de Simón, siempre acoge con cariño y misericordia a los que sufren y se acercan a él, o los acercan otros que confían en él. Luego reza, como en todos los momentos importantes de su vida. “Todo el mundo te busca”, le dicen los discípulos, algo así como aprovecha, que están contentos, disfruta tu momento, como si celebrara el cumpleaños. Pero él no cae en esa trampa, y quiere seguir anunciando el Reino en otros lugares, “que para eso he salido”. El éxito es anunciar el Evangelio y hacer el bien. Para eso está.

Jesús sabe que vendrán días peores, como los de Job, al que le dicen que su desgracia viene de Dios, que le castiga, “porque algo habrás hecho”, decían sus amigos. Job sufre el sinsentido, “mis ojos no verán más la dicha”. Solo saldrá de ahí cuando entienda que Dios no es así, y que , de entrada, no tenemos nada pendiente. Su amor es gratuito, como insistirá Jesús en tantas ocasiones. Jesús nos invita hoy a anunciar el Evangelio, a orar -estar con él- y a hacer el bien, como señalaba al comienzo de su misión pública. Para eso nos ha llamado. Pablo lo pone en práctica, “ay de mí si no anuncio el Evangelio”. Anunciamos el amor de Dios, llevamos adelante la misión de Jesús. Lo que hemos recibido gratis, podemos darlo gratis. Jesús no nos lo impone, pero sí nos invita, con mucha insistencia.