Evangelio Joven, Jóvenes SS.CC.

Comentario al Evangelio del 16 de abril de 2023, II Domingo de Pascua, ciclo A

Imagen para la cabecera del Evangelio Joven del II Domingo de Pascua 2023, ciclo A. Sagrados Corazones.

«La fe transforma nuestra vida»

AL anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Jn 20, 19-31

Cuando el Señor no está en el centro de la comunidad cristiana somos una comunidad desnortada, temerosa, encerrada… Así se encontraban los discípulos tras la muerte del Maestro en la cruz. Temían por su propia vida y por su futuro. No terminaban de entender y habían perdido la esperanza. El miedo es lo contrario a la fe y también los cristianos del siglo XXI lo padecemos. ¿Acaso hemos perdido la esperanza? ¿Acaso pensamos que Jesús se ha olvidado de nosotros? Esto sucede cuando no ponemos nuestra confianza en el Señor o cuando nos fiamos más de nuestras fuerzas que de las de Dios.

Hoy vemos los frutos de la Pascua en el rostro de Jesús resucitado y en la comunidad cristiana que se encuentra con Él. Se trata de la tarjeta de presentación del cristiano y de la Iglesia: paz, alegría y perdón. Los cristianos hemos de ser artesanos de paz. Tenemos más de mil razones para estar alegres. La principal es que Jesús está vivo. Los cristianos somos personas que vivimos la alegría del encuentro cotidiano con Jesús.

El perdón es uno de los rasgos más característicos de Jesús y por tanto del cristiano. Sabemos que no siempre es fácil, pero los cristianos estamos llamados a construir y lograr el perdón.

Tomás fue el incrédulo que no perdió la esperanza. La fe es una experiencia radical que nos toca el corazón y transforma nuestra vida. Se trata de un acontecimiento profundo que determina todo. Por eso, necesitamos ver, oír y tocar. Tomás no se daba por satisfecho con lo que le decían los otros. Quería y  necesitaba experimentar el encuentro con el Señor que los otros habían vivido. Necesitó poco para eso, simplemente escuchar la voz del Maestro. También nosotros queremos experimentarlo, aproximarnos a Jesucristo y que Él transforme nuestra vida. Hoy nuestra oración puede ser: “¡Señor mío y Dios mío! Hazme tu testigo, dame tu paz, alegría y perdón. Que nunca pierda la esperanza de que siempre estás a mi lado”. Y no olvidemos las palabras de Jesús: ”Dichosos Los que crean sin haber visto”. Una alabanza parea nosotros, que no estábamos aquel domingo, pero que estamos hoy, en este segundo domingo de Pascua. ¡Felicidades!

Francisco de Paula Piñero y Piñero, ss.cc.