En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.» Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.» Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos.» Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco.» Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Mateo 25, 1-13
Mantener viva la esperanza
El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre la esperanza cristiana. ¿Qué esperamos los creyentes? Puede que esperemos aprobar un examen, que mi equipo gane el próximo partido, que el chico o la chica que me gusta me hable por Instagram. Y seguro que esperamos otras cosas más importantes. Quizás que alguien cercano recobre la salud, o poder encontrar mi lugar en el mundo. Sin embargo, el Evangelio nos lleva a preguntarnos por una esperanza más profunda que anida en el corazón y que da brillo y alegría a nuestra vida como creyentes.
Hay muchos jóvenes que mantienen la viva esperanza de que un día Jesús aparecerá en sus vidas con una palabra de misericordia y consuelo, con una llamada a seguirle y entregar la vida; o con una invitación a sentarse en la mesa junto a él y celebrar así que Dios se hace presente en medio de sus vidas.
Muchas veces me he preguntado qué es lo que mantiene viva la esperanza de las personas en medio de las dificultades, los conflictos y las guerras. ¿Cuál es el aceite que usan para sus lámparas? Nos toca a cada uno buscar estos aceites.
Si quieres te comparto el mío, pero lo más probable es que no sirva para los dos. Un día el Señor me llamó y sentí que me hacía una promesa, que la vida con él y desde él tendría mucho más sentido. Desde entonces siempre le espero. Y tú, ¿has encontrado ya el aceite para tú lampara?